jueves, octubre 02, 2014

FAMILIA Y ENGRANAJE SOCIAL

Si mientes con frecuencia en casa, si hablas mal de la gente, si das voces habitualmente, si no respetas a los demás, si discutes por todo con tu esposo o con tu esposa o con tus hijos, si creas mal ambiente, si no sabes dialogar; si en tu hogar suceden todas estas cosas, o algunas de ellas, es un indicativo de que las cosas van mal o muy mal y que el desenlace puede ser tremendo.

Es por ello por lo que es importante cuidar los detalles, propiciar un ambiente que favorezca la armonía y la concordia. No podemos quedarnos de brazos cruzados cuando vemos que los enemigos de la paz familiar están tan cerca intentando dar lugar a un ambiente de ruptura y de fatal desenlace.

Los padres y las madres tenemos que enseñar a los hijos a colaborar en las tareas del hogar, a no ver en la televisión habitualmente los programas más cutres y chabacanos, a ser ejemplares, y para ello tenemos que dar nosotros también buen ejemplo, a practicar las virtudes, a aprovechar el tiempo, a ser estudiosos.

Tenemos que enseñar a los niños y a los jóvenes a que no se quejen por todo, a que coman lo que se les ponga, siendo siempre en esto agradecidos, pues hay muchas personas en el mundo que no pueden comer. Tenemos también que darle normas de conducta para que sepan actuar en la vida para que sepan ser y estar en las diversas circunstancias.

Todos los niños y jóvenes necesitan aprendizaje y gran parte de las cosas se aprenden en el hogar, de boca de los padres, de las madres y de los hermanos, si allí no se aprende, muchas cosas se quedarán sin aprender.

Los padres y madres tenemos que ocuparnos de las preocupaciones de los hijos, de sus inquietudes, de sus ilusiones y desilusiones; tenemos que dedicar tiempo a jugar con nuestros hijos, a hablar con ellos y a formarlos.

Con el tiempo, nos daremos cuenta de que nuestros hijos son el mejor de nuestros tesoros. El fracaso de nuestros hijos será nuestro fracaso; sus derrotas serán nuestras derrotas; sus alegrías también serán nuestras alegrías; su dolor será nuestro dolor y seguro que nos dolerá aún más que a ellos.

Los padres y madres tenemos que conducir a nuestros hijos por el camino del bien, por el camino de la bondad; por el camino: de la delicadeza, del cariño, del amor… Tenemos que enseñarles a ser compresivos, a ser tolerantes, a ser generosos, a ser solidarios, a ser respetuosos, a pensar en los problemas de los demás.

Muy importante es que sepan el valor negativo de la violencia, del aborto, del terrorismo, de las guerras; y además el daño terrible que todo esto ocasiona: muertes enfermedades, destrucción, miseria, caos.

Tenemos que enseñarles a enjuiciar las cosas, a valorarlas razonablemente. A valorar lo que sus padres le dan, la sociedad le da y Dios le da. Enseñarles la trascendencia de la vida, la existencia de Dios, la fe, el valor de los dones que de Dios hemos recibido, el sentido de la muerte; todo por supuesto según nuestras creencias.

Deben de saber la importancia de la dignidad del ser humano, la importancia: de la libertad, de la democracia, de la política. Y que conozcan los grandes vicios de la humanidad: deslealtad, deshonestidad, corrupción, usura, codicia, envidia, soberbia, arrogancia, poder...

También es importante que conozcamos el centro educativo al que van nuestros hijos, los profesores que imparten las enseñanzas, el ideario, los compañeros y en general el ambiente del centro; pues por desconocimiento pueden suceder cosas o sucesos ingratos que se han podido evitar.

Como profesor de Secundaria durante 37 años he apreciado el gran daño que producen en los hijos la marginación social, las rupturas y el mal ambiente familiar y las familias desestructuradas; también causa un gran daño la dejadez de los padres respecto de los hijos, el abandono, el descuido, el no dedicarse a ellos.

Los hijos son lo más importante, más que los negocios, más que las diversiones. Hay un dicho que nos puede servir de reflexión: “Si quieres destruir una sociedad destruye a sus familias”. Hoy los valores familiares no están en auge y así nos va todo, patas arriba: la sociedad, los valores, la moral, las costumbres, la convivencia, el sistema educativo, la economía. Sin la familia. todo el engranaje social se resquebraja y todo sucumbe.
Rafael Gutierrez Amaro

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